viernes, julio 23, 2010

un sabado por la manana

Respiraba en su cuello, mientras le acariciaba la espalda que a su vez se convertía en convexa.

Tibio el beso en la nuca, suaves los dedos en su costado, tierno el gemido interno de sentirse bendecido por la vida de disfrutar esos momentos.

Un rayito de luz se fija en la pared, asomándose para decirles que ya es de día, otro día juntos.

Las sabanas a medio cuerpos, terminan a un lado abandonadas, porque los amantes ya no la necesitan.

Se necesitan desnudos.